23/02/2024

Un mundo más inestable

“...La actual situación de seguridad militar presagia lo que –probablemente- será una década más peligrosa, caracterizada por, la aplicación descarada por parte de algunos actores del poder militar para perseguir reclamos y/o lograr objetivos – evocando un enfoque de 'la razón es el poder - así como el deseo por parte de democracias con ideas afines por fortalecer vínculos bi y multilaterales como respuesta…”.

International Institute for Strategic Studies, (IISS),https://www.iiss.org/publications/the-military-balance/2024/chapter-1-era-of-insecurity/ 

Diagnósticos elaborados por diferentes think tanks en Estados Unidos, Europa y Asia coinciden en destacar tendencias que confirman el ingreso a una etapa de mayor inestabilidad global siendo Asia del Pacífico y el Indico zonas críticas para la (in) estabilidad internacional. Las evidencias surgen del análisis y ponderación de indicadores cuali cuantitativos tales como: i) dispersión geográfica y simultaneidad de escenarios potencial conflicto militar en Europa, Asia, Medio Oriente y Africa, ii) las tensiones intra atlánticas e intra europeas, iii) las características de los actores estatales intervinientes, estados insulares versus continentales (China, Rusia, Sudeste de Asia, Japón, Australia), potencias nucleares como India, China, Pakistán e incluso Corea del Norte ante países con capacidades en el campo convencional, iv) el sostenido aumento del gasto militar mundial como respuesta ante la percepción de crecientes amenazas sobre la seguridad nacional, en gran medida, resultado de irresueltos diferendos históricos territoriales e insulares (ejemplo, China-Japón, Japón-Corea del Sur, China- Estados ribereños del Sudeste de Asia (SEA), y v) el empleo de avanzadas tecnologías en el campo quántico, inteligencia artificial (IA) y aeroespaciales aplicables al incremento del potencial bélico de los contendientes. 

Rémoras del colonialismo residual que modeló geografías y trazó caprichosas fronteras hasta mediados del siglo XX y la guerra fría, en su caracterización y dinámica se  entremezclan factores ideológicos, radicalización religiosa, el sesgo nacionalista en las relaciones externas de actores claves en Asia Oriental y Sudoccidental como China e India, la recreación de alianzas defensivas por parte de Estados Unidos en la región y su competencia estratégica con China.

Consecuencia directa de lo expuesto es el sostenido aumento del gasto militar mundial con Asia Oriental y Oceanía a la cabeza. Según el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), el gasto mundial en defensa aumentó un 9% en 2023 hasta alcanzar los 2,2 billones de dólares impulsado, fundamentalmente, por la invasión rusa a Ucrania (este país aumentó su presupuesto en 64%), el aumento del presupuesto chino de defensa (7,1% en 2023) que lo ubica en el segundo lugar mundial luego de Estados Unidos y representa el 43% del gasto militar total en Asia del Este) y los planes de modernización de sus respectivos arsenales por parte de Japón, Corea del Sur, India y Australia y países del SEA como Singapur, Malasia e Indonesia todos embarcados en una carrera armamentista que no presagia un final feliz. 

Una región en equilibrio inestable y la paz mundial en jaque.

En el este de Asia dos áreas concentran la atención ante la posible ruptura de una tambaleante paz: el inacabado conflicto entre China y Taiwán y las reivindicaciones de soberanía por parte de China en el denominado Mar de China Meridional incluso mediante el empleo de su poder militar contra naciones ribereñas del Sudeste de Asia (ejemplo Filipinas, Vietnam) por considerarla un área crítica por sus características como corredor interoceánico Indico-Pacífico, dotación de recursos naturales estratégicos (gas y petróleo), su biodiversidad marítima y sus eventual rol ante un eventual bloque marítimo por parte de Estados Unidos de insumos básicos para su economía. 

Las reivindicaciones territoriales chinas se fundan en “razones históricas” que datan de la etapa imperial, argumentos que son rechazados por Estados ribereños como Malasia, Tailandia, Filipinas y Vietnam y que han escalado provocando incidentes entre barcos pesqueros y patrullas marítimas chinas y de dichos países, en intentos por resguardar derechos soberanos en sus respectivas Zonas económicas exclusivas (Z.E.E). Un accionar que entra en colisión con el principio de “libre navegación” que sostienen los Estados Unidos. 

Agrava este cuadro de situación, la escalada de tensiones entre con Taiwán en busca de una reunificación ansiada y esperada para, según el presidente Xi Jinping, lograr el gran ideal de rejuvenecimiento de la nación china (china dream). Para lograr esta meta antes de 2049 (centenario de la República Popular) China recurre a un amplio menú de opciones que incluyen el atractivo económico ejercido por el mercado chino sobre inversores taiwaneses, la presión diplomática pública y privada (bi, y multilateral) con el fin de lograr la ruptura de relaciones diplomáticas por parte de Estados que aún reconocen a Taiwán como nación soberana; finalmente, la presión militar, evidente en sucesivas y continuas maniobras chinas en el entorno insular con el fin de disuadir cualquier intentona independentista. Taiwán, sostenido por Estados Unidos como principal aliado político y militar, intenta mitigar las mismas apelando al factor simbólico que representa ante la opinión pública mundial la lucha entre una democracia y un régimen autoritario. Lo cierto es que, las presiones continentales confirmaron las preferencias de los taiwaneses por la  continuidad de una “línea pro independentista” en las últimas elecciones (enero 2024) convalidado en triunfo de Partido Demócrata Progresista (DPP). 

En síntesis, no obstante ser la zona económicamente más dinámica del planeta, es en Asia del Pacífico y el Índico donde se juega la paz mundial. Así entendido, surgen dos reflexiones principales: la baja probabilidad de conflictos interestatales en América Latina y el Caribe lo cual refuerza su posición como área contribuyente a la estabilidad global, y, en segundo lugar, interrogantes sobre qué posición nuestro país adoptará en caso de estallar las hostilidades, por ejemplo, entre China y Taiwán, siendo China nuestro primer socio comercial, activo inversor y sostén financiero. Una guerra que involucre a China, Estados Unidos y naciones del Sudeste de Asia afectará suministros mundiales de bienes y servicios al provocar la ruptura de cadenas regionales y globales de abastecimiento; por ende, en cualquier caso, impondrá presión sobre la diplomacia nacional, impulsará el rediseño de alianzas intra y extra hemisféricas y provocará costos políticos y económicos aún no calculados. 

 

Sergio Cesarín es docente de la Maestría en economía y negocios en Asia del Pacífico e India. Investigador del CONICET. Coordinador del Centro de Estudios sobre Asia del Pacífico e India (CEAPI) de la UNTREF.

 

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