18/11/2015
Pareciera que la discusión en relación al país que viene luego de las elecciones, se centrará en las diferentes estrategias posibles en relación al precio del dólar y al manejo cambiario.
Sin duda es importante, ya que errar al respecto condicionaría el crecimiento de los próximos años. Pero para quienes creemos que la economía no debe dirigir la política -sino todo lo contrario-, hay otros elementos que debemos valorar en relación al futuro.
La Argentina que se viene debe ser la del diálogo y el acuerdo político.
Esto es así no porque las cifras legislativas lo determinen sino porque será necesario aislar los fundamentalismos que anidan en ambos sectores.
Para esto es vital lograr que quienes son más propensos al diálogo lleven la voz cantante de sus respectivos agrupamientos. El gobierno que terminará el diez de diciembre podrá exhibir amplios logros en temas de redistribución y justicia social, pero no se puede negar que ciertas actitudes no contribuyeron al objetivo deseado.
La próxima elección mostrará cifras de empate entre dos enfoques frente al país. Durante muchos años, entre 1955 y 1976, un país dividido en dos no logró definir su perfil ni despegar. Durante esos años la no consolidación de la democracia por proscripciones y represión, y el accionar de quienes ensayaban golpes militares hizo naufragar los proyectos políticos, culminando en la catástrofe del ‘76.
En la actualidad, por el contrario, esos elementos negativos ya no están presentes. Es por eso que hoy, más allá de que Macri o Scioli resulte electo Presidente, es posible pensar en nuevos canales de diálogo, a través de los acuerdos y alianzas que se puedan gestar, y que permitan germinar un nuevo estilo político basado en consensos y políticas de estado situados por encima de cuestiones partidarias y coyunturales.
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