22/06/2020

Los flujos internacionales y la salud integral de la Argentina

 

“Traducir necesidades internas en posibilidades externas para ampliar el poder de control de una sociedad sobre su destino”. Así visualizó célebremente el excanciller brasileño Celso Lafer, la tarea de la política exterior. Para aprovechar estas posibilidades externas, nuestro país debe alentar el flujo internacional de bienes y servicios, los flujos financieros y tecnológicos, de ideas y de cultura, y de empresas y personas a través de las fronteras. Ante la crisis del Covid-19, numerosos flujos han sido frenados abrupta y absolutamente a nivel global y en la Argentina. Esta inmovilidad transitoria no puede llevarnos ni a un inmovilismo conceptual o real en cuanto a nuestras relaciones internacionales ni hacia la tentación del aislamiento.

Si bien la emergencia de la pandemia del Covid-19 ha obligado a detener en el tiempo a varios flujos internacionales por razones de salud, hay que bregar porque esta inmovilidad transitoria afecte lo menos posible la salud integral de la nación. Así, es la salud integral del país la que debemos tener en cuenta al conceptualizar cómo interactuar con el mundo en la post-pandemia. Especialmente, dado el delicado contexto económico que precedió al Covid-19 y que luego se fragilizó con este virus. Así, en nuestro relacionamiento global debemos evitar las tendencias a generar autonomía mediante la distancia, ya experimentadas en la última etapa militar y durante los gobiernos Kirchner. Por el contrario, debemos generar mayores grados de autonomía mediante la participación a nivel global o, mejor aún, a través de la diversificación de nuestro flujo de intercambios internacionales.

En forma sorprendente, el flujo de un virus ha detenido el flujo de  personas, entre ellas empresarios, estudiantes, académicos, intelectuales, artistas y turistas. Esto afecta diariamente la economía y la salud integral de las naciones, incluyendo la nuestra, donde se ha decidido cancelar el flujo de personas hasta el primero de septiembre, creando así un elemento adicional de parálisis.

Afortunadamente, la pandemia ha acelerado el flujo de ideas y de experiencias culturales a través de medios virtuales, ayudando a mejorar la salud integral de nuestros ciudadanos. Así, de la misma manera que podemos apreciar óperas en el Metropolitan de Nueva York o conciertos de la Filarmónica de Berlín, también se pueden apreciar, desde cualquier lugar en el mundo, las piezas de los teatros Cervantes y San Martín, y los eventos culturales del Museo Moderno. A su vez, el intercambio de ideas se manifiesta en la participación del jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, en una reunión virtual con los alcaldes de las principales ciudades del mundo, para discutir la mejor manera de enfrentar el desafío del Covid-19 a nivel urbano. O en los encuentros virtuales e internacionales para preparar la Bienalsur 2021, de impacto global y diversificado.

Dando apoyo a estas plataformas culturales y a otros múltiples usos, el desarrollo continuo de tecnologías y empresas en el campo de las ciencias de la información debe ser potenciado mediante el flujo de conocimientos tecnológicos. Estas empresas de servicios tecnológicos han aprovechado sus fortalezas a nivel local para reaccionar con éxito ante los desafíos planteados por el Covid-19 donde, por ejemplo, varios sectores productivos debieron volcarse abruptamente hacia las ventas virtuales. En paralelo a esta forzada aceleración -o a esta digitalización por default-, el potencial para empresas como Mercado Libre sigue siendo alto, a nivel nacional e internacional. Como referencia, en EE.UU. el porcentaje de ventas on-line sobre las ventas totales creció en las últimas 8 semanas unos 11 puntos porcentuales (de 16% a 27%), lo mismo que había crecido en los últimos 10 años (de 5% a 16%). Estos desarrollos a nivel privado deben ser complementados con flujos de conocimiento tecnológico aplicados a mejorar la salud integral de nuestro país, por parte de instituciones del sector público. Un área crítica en la investigación y desarrollo debe ser el campo de la inteligencia artificial, pero orientado a que ayude a hacer más productivos a nuestros recursos humanos, en vez de a reemplazarlos.

El conceptualizar y definir cuál debería ser el más efectivo flujo internacional de bienes y servicios para nuestro país se presenta como un desafío titánico a partir del extremadamente frágil momento económico. En un escenario global donde probablemente haya menores grados de interdependencia, pero donde no se debe confundir la autonomía estratégica con la autosuficiencia y/o el aislamiento, es necesario un profundo ejercicio de reflexión sobre cómo deben potenciarse los sectores productivos que exportan o pueden exportar. Si, por un lado, es necesario exportar para, entre otros objetivos, obtener divisas, no se deberían alentar sectores que no se puedan mantener por sí mismos en el tiempo, dados los pocos recursos de que dispondrá el Estado. A su vez, es el momento para buscar oportunidades para aumentar el flujo de exportaciones hacia mercados y sectores donde algunos proveedores globales auto-restringen sus exportaciones, por razones económicas o logísticas. 

Otro desafío se presenta en cuanto a asegurar un impacto positivo en materia de flujo de capitales hacia el país. Por un lado, hay que tener la determinación para poder conceptualizar una visión de desarrollo, sustentable en lo macroeconómico, que pueda atraer a capitales argentinos en el exterior, o a inversiones productivas extranjeras directas. Por el otro, hay que limitar el impacto negativo de capitales especulativos extranjeros, imponiendo medidas que permitan salir a estos capitales, como mínimo, solamente después de un año de haber entrado al país.  A su vez, debe llegarse a un acuerdo para que el Estado nacional no pueda endeudarse en forma incremental, a no ser que sea para obras de infraestructura. De esta manera, sólo se podrá endeudar a generaciones venideras en obras de las que podrán beneficiarse, y no debido a pagos de gastos generales correspondientes a las generaciones que las precedieron.

En materia de flujos internacionales que aseguren la salud integral de la nación, quizás la prueba más crítica sea el asegurar que continúe en forma abierta y dinámica el flujo de ideas en lo político. Particularmente, el de las que rechazan las tentaciones populistas y/o autoritarias y las que defienden las libertades de los ciudadanos. Aquí es probablemente oportuno recordar lo escrito por el clásico historiador griego y agudo analista de las guerras del Peloponeso, Tucídides: “No hay felicidad sin libertad, no hay libertad sin valentía”.

 

Patricio Carmody es especialista en Relaciones Internacionales y miembro consultor del CARI y del CIPPEC. Ha realizado estudios de Posgrado en Dartmouth College, en las universidades de Harvard y Columbia, y en la Ecole des Hautes Etudes  Internationales en París.

 

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