14/08/2020

“Somos diferentes, no queremos ser desiguales”: Las mujeres en las ciudades y en la pandemia

 

En esta pandemia interesa poner el foco en las mujeres que viven en ciudades desiguales y fragmentadas, en territorios en disputa donde se conjugan las políticas sectoriales que demandan de la transversalidad para dar cuenta de las complejas diversidades culturales, ambientales, materiales y de géneros.

Distinguimos al menos cuatro categorías de territorios que habitan las mujeres, cada uno impregnados de sus diversidades en donde se expresan injusticias territoriales. El territorio cuerpo, sobre el cual poder decidir. El territorio casa, de viviendas hacinadas, sin “rincón” propio, en las cuales muchas viven con quienes las violentan, donde la consigna de “quedarse en casa” resulta inviable. En el territorio barrio, sin infraestructura ni servicios, donde las vecinas cuando más pobres, más atentas, más solidarias; tejen redes de cuidado y son las gestoras de los comedores barriales, de la higiene y la alimentación en la escasez. Y el territorio ciudad en el cual se encuentra el personal sanitario, las cajeras de supermercado, mayoría de mujeres: las más expuestas. Cada territorio con sus complejidades, ninguno puede aludir a una categoría estática o escindidas entre sí, atravesados por interdependencias e interrelaciones.

A su vez, la pandemia evidenció cuatro temas críticos. El primero: las violencias contra las mujeres, encerradas con sus maltratadores, la mayor expresión de poder de un sexo sobre el otro, el ejercicio de la dueñidad de los cuerpos (Segato, 2008). Es escalofriante reconocer el número de mujeres asesinadas. En Argentina, según los datos de MUMALA [1], desde el 1 de enero al 30 de junio 2020, hubo un femicidio cada 29 horas.

El segundo tema: la decisión sobre el propio cuerpo ¿Cuántos embarazos no deseados tendremos como resultado de este tiempo de pandemia? Un interrogante necesario que reclama contar con estadísticas e información que fortalezcan los argumentos para la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Una investigación del Fondo de Población de ONU [2] revela un aumento del 20% en los casos de violencia en períodos de encierro, y señala la dificultad de acceso a anticonceptivos, lo cual puede llevar a millones de embarazos no deseados, con un catastrófico impacto en la vida de las mujeres a nivel mundial.

El tercer tema es el del cuidado. Pioneras en instalar el valor invisibilizado del trabajo reproductivo y de cuidados fueron las uruguayas Rosario Aguirre Cuns y Karina Battyány [3], evidenciando que el bien más escaso en la vida de las mujeres es el tiempo. El cuidado como derecho, y las infraestructuras y servicios de cuidado en las politicas territoriales como instrumentos de redistribución, es lo que desde el urbanismo en clave feminista se propone.

En cuarto lugar, la economía en clave de género, porque las mujeres, mayoría del mercado informal, sufrirán aún más el impacto de la crisis post pandemia. En una consulta en la cual CISCSA [4] participó, se evidencia que la situación más crítica la viven las mujeres que afrontan solas el cuidado y que no están trabajando: están “desbordadas” y la mayor urgencia es garantizar la alimentación. Las mujeres que no trabajan no comen, entonces mantener las políticas universales ganadas es una responsabilidad social.

Hay que estar presentes allí donde tienen impacto las políticas públicas, que aún invisibilizan las subjetividades o donde poco se apoyan las construcciones comunitarias que generan espacios para acciones participativas de incidencia política ajustadas a necesidades. En este sentido, recuperar la voz de las mujeres en el territorio, y para ello un ejemplo es la Agenda de las Mujeres por el Derecho a la Ciudad trabajada desde CISCSA y en seis ciudades de América Latina [5], construida por vecinas de diferentes barrios de Córdoba, levanta seis puntos decisivos:

  1. Construir ciudades más vivibles que prioricen inversiones públicas para mejorar infraestructuras y servicios y eviten la gentrificación del modelo de urbanización neoliberal. Ciudades que desalienten la especulación y con procesos participativos de planificacion estratégica.
  2. Barrios más habitables, con acceso seguro a la tierra y la vivienda para los sectores populares (especialmente para mujeres jefas de hogares y disidencias).
  3. Reconstruir los vínculos barriales, promoviendo participación comunitaria, apropiación de espacios públicos y desarrollo de proyectos culturales.
  4. Acabar con la cultura patriarcal, aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral y el cumplimiento del programa de salud sexual, atención a la provisión gratuita de anticonceptivos. El derecho a decidir sobre el propio cuerpo.
  5. Economías pensadas para la sostenibilidad de la vida, que reconozcan el aporte invisibilizado que las mujeres realizan a través del trabajo no remunerado, y establecer políticas que promuevan iniciativas de la economía popular colectiva.
  6. Espacios públicos sin violencias, con equipamientos para la diversidad, transporte accesible y seguro, lugares de recreación.

Es preciso enfatizar el valor de lo colectivo, la vida comunal, el “barrio que cuida al barrio”, re-atando lazos y fortaleciendo redes y vínculos, rescatando leyes de ayuda mutua; poner en valor la politicidad de lo doméstico. Es de valorar una gestión de Estado en la cual administrar sea equivalente a cuidar y que el cuidado sea su tarea principal, feminizar la política (Ada Colau 2020). Fortalecer la acción territorial federal a través de la articulación de liderazgos políticos, municipios, organizaciones sociales, mujeres y feministas, de académicas y expertas, en mesas de acción politica en los territorios. A la vez, advertir que es necesario un Estado atento a no ocultar la diversidad de subjetividades, que impulse la generación de espacios de incidencia ciudadana, en especial de los distintos grupos atravesados por múltiples carencias y miedos en este difícil contexto de incertidumbres generadas por el Covid-19.

 

Ana Falú es Profesora Emérita de la UNC. Arquitecta pionera en América Latina en temas de Urbanismo y Género, fue Directora de UNIFEM (ONU Mujeres). Investigadora CONICET, Profesora Titular de la FAUD UNC. Dirige la Maestría de Gestión y Desarrollo Habitacional. Es Directora Ejecutiva  CISCSA, con sede en Córdoba.

 


[1] 143 asesinatos de mujeres en los primeros seis meses del año, de los cuales 80 femicidios se corresponden en el contexto de la pandemia de Covid-19. De éstos, 128 mujeres, siete niñas y 6 de niños y varones, lo cual se produce cuando el hijo o hija se interpone entre el violento y su madre, o porque el asesino mata a su hijo/a para agredir a la mujer. Es de notar que hubo dos casos de trans/travesticidios. Producto de estas violencias que llegan al femicidio, 177 niños, niñas y adolescentes se quedaron sin madre.

[2] Estudio realizado junto a Avenir Health, la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos y la Universidad de Victoria de Australia

[3] Rosario Aguirre Cuns y Karina Bathyany desarrollan desde la Universidad de la República del Uruguay, innúmeros trabajos, publicaciones e investigaciones en el tema.

[4] La consulta fue impulsada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba, a través del Programa Feminismo, Sexualidades y Derechos y la Comisión Géneros y Disidencias del Consejo Social de cual CISCSA (Centro de Intercambio y Servicios para el Cono Sur Argentina) es parte junto a otras organizaciones sociales. El informe, que aborda tareas de cuidado, anticoncepción y violencias de género, entre otros, se puede consultar en: https://www.ciscsa.org.ar/post/covid-19-mucho-m%C3%A1s-que-un-problema-de-salud

[5] Esta agenda es resultado del proyecto “Voces de mujeres diversas por ciudades seguras, inclusivas y sostenibles” realizado desde la Red Mujer y Hábitat de América Latina y el Caribe con el apoyo del Fondo de Mujeres del Sur. https://www.ciscsa.org.ar/agenda

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