02/10/2020

Mujeres mediando en procesos de paz. Crónicas personales y reflexiones

La naturaleza de los conflictos entre e interestatales presenta múltiples desafíos a la mediación tradicional para lograr una paz sostenible. Esos desafíos incluyen la implementación de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aprobada en 2000, sobre sobre “Mujeres, Paz y Seguridad”. Ésta fue la primera en vincular a la mujer con ambos temas, reconociendo que los conflictos armados afectaban a las mujeres y a las niñas de manera diferente que a los hombres y los niños. La agenda establecida por esta Resolución reconoce el rol y la contribución de las mujeres durante la guerra y la construcción de paz, así como su derecho fundamental a ser incluidas en las negociaciones de paz.

Hace relativamente poco tiempo que los acuerdos de paz empezaron a mostrar resultados de la participación de mujeres, con la incorporación del enfoque de la perspectiva de género. Sin embargo, la inclusión de mujeres todavía no forma parte de los “estándares” de procedimientos operativos en la mediación de paz de “Alto Nivel”, denominada “Track I”, enmarcada en la diplomacia multivías.

Por lo tanto, siguen pendientes algunos interrogantes referidos a la implementación de la Resolución 1325: Cuando las mujeres participan mediante mecanismos inclusivos, ¿qué efectos se producen en la implementación de esos acuerdos? ¿Por qué tan pocas mujeres participan en Alto Nivel en procesos de paz? Cuando son las que median, ¿qué diferencias se han podido identificar?

Una década atrás, algunas de estas respuestas proponían que una de las razones que justificaban la dificultad de este avance se basaba en el mismo objetivo que tenían los procesos de paz, poner fin a la violencia. Como las mujeres no eran en su mayoría las beligerantes, su participación no parecía legítima. A medida que este modelo fue demostrando el fracaso de los acuerdos, el objetivo empezó a transformarse: de finalizar la lucha armada hacia construir una paz sostenible. Entonces, el rango de participación en los procesos de paz se fue ampliando. Así empiezan a fortalecerse las intervenciones de múltiples vías o Tracks, incorporándose a las negociaciones de Alto Nivel o Track I, una visión hacia niveles de participación de Track II y Track III. Estas vías refieren a negociaciones no oficiales de actores influyentes que apoyan el Alto Nivel y a procesos que se dan en niveles de base local y territorial.

 

 

Crónicas

 

En línea con las investigaciones mencionadas sobre la implementación de la Resolución 1325, el Instituto Kroc para la Paz y la Justicia, el Centro de Estudios de Seguridad, la Academia Folke Bernadotte y el Instituto Europeo de la Paz me invitaron a ser parte de un proyecto de investigación con el objetivo de profundizar en la comprensión de los roles que mujeres negociadoras y mediadoras jugamos en los procesos de paz y evaluar las condiciones en las que se logra llegar al Track I. En ese marco, en octubre de 2019, se convocó una reunión en Estocolmo para compartir experiencias para evaluar en qué medida nuestro trabajo posibilitó que la participación de mujeres avanzara en la agenda de la perspectiva de género y hasta dónde nuestra participación se daba en Track I.

 

En mi caso, compartí las experiencias más relevantes de las que participé desde la Unidad de Soporte a la Mediación del Departamento de Asuntos Políticos y Construcción de Paz de las Naciones Unidas como parte del Equipo Permanente de Expertos.

En un caso, me solicitaron viajar a Kirguistán. Mi tarea, en la ciudad de Osh, fronteriza con Uzbekistán, era trabajar en una estrategia conjunta con la Organización de Cooperación Islámica, con líderes religiosos locales de los clanes enfrentados, para aprovechar su legitimidad y que pudieran así cumplir el rol de facilitadores y mediadores en la región más azotada por la violencia.

Mi intervención necesitaba partir de un enfoque con base en las enseñanzas del Corán, desarrollando una alta sensibilidad cultural para poder ser aceptada. Como equipo de Naciones Unidas, la falta de participación de mujeres, era un desafío tremendo. Sin embargo, logramos un modo no oficial y casi intangible, mediante el cual se pudo incluir la visión de algunas mujeres musulmanas. Entre ellas, mujeres con cierta influencia, dado que enseñaban en las escuelas islámicas.

En el proceso de Colombia, mi función consistió en ayudar a “abrir” la participación de las mismas en el marco del concepto de la diplomacia multivías, para que no quedara limitado a los pocos negociadores oficiales del Alto Nivel del Gobierno y las FARC. El diseño del proceso necesitaba identificar y crear puntos de entrada y mecanismos de participación para incluir las necesidades de otros sectores de la sociedad, en particular, las mujeres.

Con ese objetivo trabajé con el Alto Comisionado para la Paz del Gobierno y las Comisiones de Paz del Congreso e iniciamos las consultas en los territorios. Éstas abrieron el proceso a la participación de nuevos actores sociales, entre ellos, el movimiento de mujeres que logró que, en la mesa de La Habana, se constituyera, por primera vez en un proceso de paz, una “Subcomisión de Género”, formada por mujeres de ambas delegaciones.

 

Reflexiones

El espacio en Estocolmo fue privilegiado para reflexiones y algunas conclusiones alrededor de los interrogantes que se nos plantearon como parte de la investigación.

 

a) La cuestión referida a qué efecto tiene el hecho de que mujeres participen en mayor cantidad en las negociaciones oficiales, no deriva naturalmente en que ellas tengan influencia en las decisiones. Este tema ha sido objeto de exhaustiva investigación, llegando a la conclusión de que lo que cuenta es la calidad de la participación femenina y no solamente la cantidad. Efectivamente, muchos procesos donde se incluyen mujeres en las negociaciones, no logran incorporar una perspectiva de género al análisis de los temas.

 

b) A la cuestión sobre por qué tan pocas mujeres participan en Alto Nivel (Track I) en procesos de paz, vale referir un artículo de Catherine Turner. En el mismo se mencionan los criterios que se utilizan en la mediación internacional para identificar “enviados especiales” y “jefes de las misiones de paz”. Éstos mencionan palabras como como "autoridad", “alto rango”, "experiencia en el campo”, “poder de convocatoria".

Esto denota que la comunidad internacional ha venido sosteniendo el concepto tradicional, patriarcal, de “liderazgo”. Parte de las consecuencias, es que muchas de las mujeres en este juego de poder, suelan alcanzar posiciones de alto nivel si logran evidenciar ese mismo estilo.

 

c) Finalmente, a la cuestión de si hace una diferencia el hecho de que quienes mediemos en el Alto Nivel seamos mujeres, lleva a retomar el punto anterior vinculado al “liderazgo”. En la lucha por la igualdad, la percepción ha sido que cuantas más características masculinas poseamos, más probable es que se nos perciba exitosas. Sin entrar en una discusión sobre características innatas o culturales, es evidente que la forma en que se ha socializado a las mujeres, hace que estén más asociadas con habilidades consideradas “blandas”, mientras los hombres fueron “formateados” hacia las lógicas “duras” y competitivas, de las cuales, la sociedad en su conjunto también es víctima.

Como cualquier paradigma, una vez instalado, el mismo se da por “cierto”, y a partir de ello deviene en comportamientos sostenidos por estereotipos culturales.

Será necesario fomentar los esfuerzos institucionales desde Naciones Unidas para avanzar en la implementación de políticas que apoyen que las mujeres accedan a estos cargos. El objetivo es poder contribuir a modificar un modelo que está acabado y poder integrar un nuevo liderazgo que empiece a considerarse una característica definitoria a la hora de identificar los seres humanos que guíen los procesos formales y no formales de paz.

 

 

Graciela "Gachi" Tapia es Asesora Senior de la División de Política y Mediación del Departamento de Asuntos Políticos y Construcción de Paz de las Naciones Unidas desde 2012. Actualmente también es consultora de las Agencias de Suiza y Suecia para la paz, así como del PNUD-Argentina para el Área de “Ambiente y Desarrollo Sostenible”. La autora ha escrito sobre la temática en la revista Trama.

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