27/09/2022
Los derechos a la salud en Argentina y a su preservación tienen anclaje constitucional ya que están reconocidos de modo implícito en el art. 33, y de manera explícita en el 75 inc. 22 de nuestra Constitución Nacional, que recepta los tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional. De ello cabe infeir que en nuestro país el derecho a la salud posee tutela constitucional y se erige en un derecho fundamental del ser humano, que excede y supera la distinción entre derecho público y privado pues cruzan transversalmente todo el ordenamiento jurídico.
Asimismo, se encuentra reconocido constitucionalmente el derecho de todo ciudadano a vivir en un medio sano y apto para el desarrollo humano, consagrando correlativamente el deber del Estado de proteger la “salud ambiental”.
Debemos pensar que el medioambiente –o mejor dicho su descuido- y el cambio climático pueden influir negativamente en la salud general -y mental- de la población y de manera particular en las mujeres que son las que en mayor medida padecen los avatares de los mismos, ya que todas sus consecuencias, sean incendios, inundaciones, sequías, etc, generan vulnerabilidad y donde hay que ir a buscar alimentos o agua potable son mujeres las encargadas de esas tareas, aumentando la desigualdad de género.
Cuando hablamos de salud mental se debe considerar tanto el bienestar mental y la resiliencia emocional, y es por ello que la pérdida del bienestar mental se relaciona principalmente cuando se vulnera el derecho de vivir en un medio ambiente limpio, ya que las personas que viven en ambientes con reconocidos problemas de contaminación (zonas de conflicto ambiental), no solo ven afectada su salud física sino que también su salud mental debido a la gran incertidumbre que significa vivir en zonas con altas cargas de contaminación, donde ven a sus familias viviendo en un entorno agresivo ambientalmente.( Karl a Yohannessen 2020). Asimismo el miedo a los efectos a los cambios climáticos viene de a poco mellando en la salud mental de los ciudadanos, como un factor invisible.
Esta relación entre un medio ambiente sano y la salud mental, sin duda se han visibilizado en gran escala con la pandemia y las restricciones de movilidad que hemos enfrentado en los últimos dos años, ya que todos hemos experimentado la necesidad de tener espacios públicos por donde caminar y sobre todo la de poder estar en contacto con la naturaleza, la playa, el sol, etc.. y en muchos casos inclusive, ha surgido nítido el impacto negativo que significa esa falta de contacto con el medioambiente en la salud mental de muchos de nuestros ciudadanos.
En esa misma línea se ha expresado que "No se habla mucho de la relación entre salud mental y el vivir en un medio ambiente limpio, pero está cada vez más claro que el deterioro de lugar en el cual uno vive, en términos de la naturaleza, está asociado a emocionalidades que pueden llevar a generar en las personas problemas de salud mental relacionados con ansiedades, depresiones o ese tipo de cuadros" (Sapiains Rodolfo 2020). Debemos pensar en serio sobre las consecuencias de los cambios climáticos, para lo cual es preciso instruir, concientizar y crear marcos jurídicos, instituciones y un entorno que permita adoptar decisiones sostenibles, duraderas y bien fundamentadas. Es lo que se ha dado a llamar la “alfabetización climática” a los fines de entender los peligros a los que nos enfrentamos.
La mala salud mental se asocia asimismo a los cambios climáticos agresivos que el mismo ser humano provoca, junto a las condiciones de trabajo estresantes, al estilo de vida poco saludable y mala alimentación, todos ellos siendo factores psicológicos que hacen que una persona sea más vulnerable a los problemas de violencia y agresividad que no contribuyen positivamente en nuestro país.
Creemos que hay que dar un paso en la valorización de la biodiversidad y el medioambiente, y debemos tener mayor conciencia del cuidado que requiere, no solo de parte de las autoridades y empresas, sino que de toda la comunidad que se vincula a esos espacios. Es por ello que para abordar este binomio de salud mental y salud ambiental los debemos hacer desde una perspectiva de salud pública, lo que nos tiene que llevar necesariamente a vislumbrar políticas públicas adecuadas para garantizar su protección, debiendo dar la debida intervención en sus diseños a las mujeres, que son en definitiva, quienes ante las catástrofes se encuentran en la primera línea para mitigarlas (pensemos lo que ha pasado en la pandemia, o en las grandes inundaciones, etc).
En un tiempo en que el cambio climático y los desastres naturales amenazan más que nunca el futuro de la humanidad, es momento para que las mujeres sean escuchadas, ya que su relación con el medioambiente y su sensibilidad en la gestión de los recursos naturales son un tesoro invaluable que debe ser descubierto. Sin embargo, el reconocimiento de lo que las mujeres aportan o pueden aportar a la supervivencia del planeta y al desarrollo, sigue siendo limitado, ya que se la ha relegado en gran medida sólo al campo del cuidado de sus familiares y a ser proveedoras de alimentos, agua, etc.
La desigualdad de género y la exclusión social siguen aumentando los efectos negativos de la gestión ambiental insostenible y destructiva sobre las mujeres y las niñas que son las que sufren en mayor medida las consecuencias negativas, acrecentando su vulnerabilidad: mayor mortalidad, inseguridad alimentaria, violencia, etc.
Según la ONU, su inclusión en los procesos de toma de decisiones, así como la inclusión de la perspectiva de género en las políticas climáticas y ambientales, es fundamental para una acción climática efectiva. Es por ello que a pesar de los obstáculos, los Gobiernos recurren cada vez más a su experiencia y liderazgo cuando deben adoptar decisiones importantes relativas al medio ambiente como en las acciones comunitarias para la prevención de riesgos.
En conclusión debemos lograr la perspectiva de género en las políticas ambientales, y seguramente podamos alcanzar un ambiente más sano que beneficie asimismo la salud mental de la población y en especial la de las mujeres.
Claudia Zalazar es vocal de 5° Nominación Civil y Comercial de Córdoba, Argentina, socia de Asociación de Mujeres Jueces de la argentina - AMJA, presidenta de la Sala de Derecho a la Salud del Instituto de Investigación en Ciencias Jurídicas de la Universidad Blas Pascal.
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