29/08/2022
“La transformación social-ecológica” parece ser un argumento genérico que constituye un nuevo terreno político-epistémico. No es tan relevante como lo fue el desarrollo sostenible a partir de la década de 1990. Y actualmente, términos como economía verde o Green Deal probablemente despiertan más atención política. Al mismo tiempo, la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU se presentan bajo el título "Transformar nuestro mundo". El Nuevo Pacto Verde Europeo de 2019 y el Plan Europeo de Recuperación de 2021 para hacer frente a los impactos de la pandemia de COVID están colmados de pretensiones de "transformar" la economía y la sociedad europeas en una economía respetuosa con el clima.
Al parecer, los debates sobre la transformación tienen una función similar a los que se produjeron en torno al desarrollo sostenible en la década de 1990, al situar la crisis ecológica en un contexto más amplio y unir diferentes campos de pensamiento y acción contra las estrategias del statu quo. Sin embargo, en comparación con el inicio de la era de la preocupación por la sostenibilidad, el contexto ha cambiado drásticamente.
En primer término, se reconoce ampliamente la complejidad de los problemas, especialmente las causas y consecuencias del cambio climático y la necesidad urgente de actuar.
En segundo término, la interpretación de la crisis ecológica, tal como se sugiere en los debates sobre sostenibilidad por parte de la corriente dominante como un problema particular y un campo político, no nos permite gestionarla adecuadamente. Se necesita "algo" más profundo. Mientras que el desarrollo sostenible siempre contuvo un núcleo de gestión, la nueva perspectiva necesita considerar la complejidad y la no linealidad de los desafíos.
En tercer término, la crisis económica y financiera, la pandemia de COVID y la actual crisis de la globalización liberal ponen de manifiesto que la crisis ecológica es una entre muchas otras; y que es necesario abordarla de forma más global, es decir, transformadora.
En cuarto término, la expresión "desarrollo sostenible" y su materialización inicial en la Convención Marco de Las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y el Programa 21 surgieron en una época anterior a la segunda fase de la globalización y al auge de las "economías emergentes" a partir de los años noventa. Cualquier intento de hacer frente a la grave crisis debe remitirse a las transformaciones globales. Este contexto cambiante parece hacer que la transformación, con su semántica radical, sea más atractiva que el desarrollo sostenible.
Transformación: qué, cómo y por quién
Las contribuciones de las ciencias sociales y los debates sobre la transformación están aumentando a un ritmo muy acelerado, aunque el concepto se utiliza de maneras muy diferentes (véase, por ejemplo, Brand 2016, Köhler et al. 2019, Eckersley 2020, Scoones 2020). Los supuestos sobre las dinámicas sociales que ocasionan el cambio climático, la degradación del medio ambiente y otros problemas y crisis varían. Esto también se aplica a la propia comprensión de los problemas a tratar, a los procesos de gestión política y social, a las funciones de los diferentes actores, al papel de las diferentes formas de conocimiento, entre otros. Algunas contribuciones se enfocan más en el Estado, en el cambio de valores y en los pioneros del cambio de abajo hacia arriba (por ejemplo, WBGU 2011), mientras que otros ven a las empresas privadas como actores principales (WBCSD 2010) o ponen su acento en el cambio tecnológico (DESA 2011; ver Brand 2016 en más detalle).
Esto da cuenta de una tensión constitutiva intrínseca a la mayoría de los usos del concepto. El diagnóstico radical de los problemas y las crisis ecológicas va acompañado de una comprensión incremental de los propios procesos de transformación. A primera vista, esto es sorprendente porque la comprensión de la naturaleza profunda de los problemas y las crisis debería conducir a soluciones radicales, o al menos a propuestas para tratar las causas de fondo. Por el contrario, la tensión entre el diagnóstico radical y las estrategias más bien suaves está relacionada con un supuesto obvio -implícito o incluso explícito- de que los procesos de transformación pueden iniciarse y ampliarse mejor dentro del sistema institucional político, económico y cultural actual, con los actores dominantes y las lógicas correspondientes.
La transformación como concepto estratégico
Los conceptos que se valen de la transformación de forma más estratégica plantean formas de abordar los problemas y las crisis supuestamente eficaces y socialmente deseables. Esto es aplicable sobre todo a los discursos sobre un nuevo tipo de economía (por ejemplo, una economía verde, un Acuerdo Verde), pero también a las diferentes nociones de prosperidad, a un rol más importante y contundente del Estado, y a la expansión de los patrones locales de producción y consumo. En términos generales, lo que se pretende es una transición de dinámicas de cambio no sostenibles a dinámicas sostenibles, hacia un futuro post-fósil, bajo en carbono o hasta libre de carbono. La mayoría de las propuestas abogan por una transformación ampliamente aceptada, inclusiva y legítima, a través de una toma de decisiones debidamente fundamentada y transparente. Los procesos deben ser cooperativos y no sólo verticalistas, con la participación de un amplio abanico de actores y en los que los expertos deben desempeñar un rol fundamental. El debate sobre la "transformación socio ecológica" puede entenderse como un intento de afianzar las instituciones políticas, económicas y culturales existentes, al igual que posibilidades y ejemplos positivos.
"Nueva ortodoxia crítica": El foco en la cooperación
Ahora bien, los análisis rigurosos de los problemas y las crisis corren el riesgo de ser sustituidos por el deseo de transformación para salir de la insostenibilidad. A esta aplicación del concepto de transformación la llamo "nueva ortodoxia crítica". Sus características principales son un diagnóstico radical de los problemas que promete un cambio de largo alcance, pero que también implica una comprensión más bien progresiva de los procesos y pasos concretos del cambio social para hacer frente a los problemas. La palabra griega orthós significa "correcto" y dóxa significa "creencia" u "opinión". En tal sentido, la ortodoxia se caracteriza por ser un sistema de creencias difícil de cuestionar.
El uso excesivamente estratégico del concepto de transformación no toma debida cuenta de los obstáculos estructurales que dificultan los procesos de transformación de gran alcance. A nivel macro, estos obstáculos incluyen la continua expansión de la producción y el consumo de productos básicos no sostenibles, el enfoque en el crecimiento económico a casi cualquier costo, la feroz competencia del mercado mundial, el modelo de desarrollo del extractivismo de recursos en América Latina - incluso en su versión "verde" - y en otros lugares, y la industrialización "marrón" en China, así como la política de austeridad en Europa.
Además, la ortodoxia crítica de hoy no cuestiona las lógicas e instituciones dominantes, sino que se basa en una comprensión liberal de las sociedades y en un alto grado de confianza en la innovación y en las instituciones existentes para resolver los problemas: los "estados" y los "mercados" se dan por sentado, sin cuestionar la lógica burocrática del estado ni la lógica capitalista del mercado.
Una cuestión de poder
La nueva ortodoxia presupone que los buenos argumentos y los procesos de aprendizaje aportarán a todos los actores relevantes una visión adecuada de la transformación deseada, sin perjuicio de los procesos impulsados por el poder y los intereses. Por otra parte, parece no comprender cabalmente el carácter conflictivo de las sociedades modernas. En realidad, los conflictos están ligados a las estructuras sociales y a las posiciones de los actores dentro de las mismas. Surgen de los intereses de los actores que pretenden mantener la dominación y el poder - por ejemplo, las empresas mineras, la industria del carbón o las empresas agroindustriales con sus intereses en los monocultivos a gran escala - y generan resistencia.
Es de suponer que quienes formulan las políticas - y detrás de ellos los gobiernos o estados - son los interesados en resolver los problemas colectivos y, por consiguiente, en crear el bienestar general. Sin embargo, más allá del reclamo de mecanismos de gobierno adecuados que deberían promover políticas sostenibles, o una ecologización del mercado, o una mayor participación de los organismos de la sociedad civil, debería discutirse en qué sentido estas estructuras y procesos de gobierno son parte del problema.
Conclusión
Sin duda, la fuerza del debate sobre la transformación radica en el énfasis que se pone en los cambios incrementales y en su supuesto potencial a la hora de llevar a cabo transformaciones de gran alcance. No obstante, los cambios incrementales necesarios y empíricamente observables deben guardar relación con las condiciones estructurales (incluidas las institucionales) políticas, económicas y culturales - y las relaciones de poder - en las que se producen. De lo contrario, cualquier proceso de transformación quedará reducido al estrecho e insuficiente marco de la modernización ecológica del capitalismo.
Actualmente ya se está produciendo una ecologización selectiva de la economía, especialmente en el ámbito de la producción de energía. Pero dadas las limitaciones aquí expuestas, es probable que las estrategias de transformación como las de una economía verde se realicen de forma selectiva en algunas áreas y regiones. En este sentido, una mayor valorización de la naturaleza sería un componente significativo de la gestión de la crisis y de una nueva formación capitalista emergente por la mera razón de que se encuentra en la interfaz de diversos fenómenos de crisis.
Un concepto de transformación orientado principalmente a las cuestiones estratégicas en detrimento de los análisis realistas corre el peligro - involuntario - de preparar el terreno epistémico-político para una ecologización del capitalismo que podría salvaguardar condiciones de vida aceptables en algunas regiones y para una parte de la humanidad (véase Brand y Wissen 2021). Sin embargo, es muy probable que queden sin efecto las transformaciones socioecológicas de gran alcance que dan forma a las estructuras e instituciones políticas, económicas y culturales a lo largo del tiempo y que son el resultado de un diagnóstico radical de los problemas y de la crisis.
Ulrich Brand es profesor de Política Internacional en la Universidad de Viena. Es miembro del Grupo Permanente de Trabajo «Alternativas al Desarrollo» e integrante el comité asesor de Blätter für deutsche und internationale Politik. Colabora con el Grupo de Investigación sobre Sociedades Poscrecimiento de la Universidad de Jena.
Referencias
Brand, Ulrich. 2016. How to get out of the multiple crisis? Towards a critical theory of social-ecological transformation. En: Environmental Values 25(5), 503-525.
Brand, Ulrich/Wissen, Markus (2021): The Imperial Mode of Living. Everyday Life and the Ecological Crisis of Capitalism. London: Verso.
Eckersley, Robyn. 2020. “Greening states and societies: from transitions to great transformations”. Environmental Politics: 1-21
DAES (Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas) 2011. The great green technological transformation. World economic and social survey 2011. (La gran transformación basada en tecnologías ecológicas. Estudio económico y social mundial 2001) Nueva York: DAES
Köhler, Jonathan et al. 2019. “An agenda for sustainability transitions research: State of the art and future directions”. Environmental Innovation and Societal Transitions 31: 1–32.
Scoones, Ian et al. 2020. “Transformations to sustainability: combining structural, systemic and enabling approaches”. Current Opinion in Environmental Sustainability 42: 65–75.
CEPE (Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa), PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). 2010. From transition to transformation. Sustainable and inclusive development in Europe and Central Asia. Nueva York y Ginebra: Naciones Unidas
WBCSD (Consejo Empresarial Mundial de Desarrollo Sostenible). 2010. Vision 2050. A new agenda for business. Geneva: WBCSD. (Visión 2050. Una nueva agenda para los negocios. Ginebra: WBCSD)
WBGU (Wissenschaftlicher Beirat der Bundesregierung Globale Umweltveränderungen) 2011. Un mundo en transición. Un contrato social para la sostenibilidad. Berlín: WBGU.
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