18/10/2022
El XX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) que se realiza entre el 16 y el 23 de octubre de 2022, podría significar un antes y un después en la historia del gigante asiático, y una transformación fundamental de su sistema político que ha estado vigente desde 1989. Para comprender mejor este desafío y su significado, es necesario repasar algunos datos.
China es el país que logró el más impresionante proceso de inclusión social de los últimos cuarenta años: ochocientos millones de personas salieron de la pobreza extrema y cuatrocientos millones conforman la clase media. No es posible generar una comparación histórica, social, económica o política con el mundo occidental.
Mientras en China el mayor dilema es entre caos y orden, en Occidente es entre dictadura y democracia. El orden en China fue asegurado en la antigüedad por los emperadores; hoy lo hace la conducción del Partido Comunista -con 94 millones de miembros. Y así como se ha concentrado el poder político, se ha descentralizado el poder económico -el 70 por ciento de la economía está en manos de empresas privadas.
Si bien la pandemia del Covid 19 es una tragedia global, en China se ha convertido en una verdadera pesadilla. Mientras en Occidente la sociedad impuso la apertura y la convivencia con el virus, en China no han salido del esquema de cero virus, lo que ha causado la peor crisis económica de los últimos cuarenta años. Del 12 por ciento de crecimiento registrado hace veinte años, pasaron al 7 de los últimos diez y al magro 2 por ciento de 2022.
El segundo problema estructural de la sociedad china es su envejecimiento. La expectativa de vida llega a los 80 años, pero los jóvenes no quieren tener hijos. A inicios de los años ochenta se impuso la política de “un solo hijo”, en 2018 se habilitó la política de “dos hijos”, pero tendrán que multiplicar los estímulos. Hay que recordar que, salvo los ocho años de educación pública, tanto la educación secundaria y superior como la salud son pagas, y la forma de vida está estructurada alrededor del hiper consumo -principalmente desde las redes y el teléfono celular. Tener hijos es muy caro y afecta directamente a las expectativas de consumo de cada familia.
La invasión rusa a Ucrania, los conflictos en Taiwán y Hong Kong, así como el endurecimiento del enfrentamiento competitivo con Estados Unidos, marcarán al siglo XXI como la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS signó el siglo XX.
El tercer mandato de Xi Jinping (que comenzará en marzo de 2023) se caracterizará por el desafío de cómo resolver los problemas aquí expuestos.
El XX Congreso del PCCh implica un aceleramiento del programa del XIX Congreso, que planteaba una tarea hacia adentro como prioritaria, y la preparación de las condiciones para la gran competencia con Estados Unidos a partir de 2050. Lo mismo ocurre con la expansión del modelo político chino como alternativo al Occidental.
Aquí radica el gran error que China está cometiendo. Su éxito se ha basado en el diálogo barroco interactivo con Occidente, la tecnología compartida y la paz como patrimonio común.
El gran dilema del siglo XXI transitaría entre el instinto autodestructivo de ambas superpotencias -con el peligro del Holocausto planetario- y la cooperación para preservar el medioambiente, eliminar la pobreza y derrotar al terrorismo fundamentalista -presente en todas las culturas.
Es la vieja querella entre el bien y el mal en el Occidente judeo-cristiano o entre el Yin y el Yang desde el siglo III ADC en la filosofía china.
Nunca hemos estado tan cerca del precipicio y del olimpo de la humanidad. El secreto del destino pasa por que aparezca una dirigencia capaz de superar sus peores instintos y reemplazarlos por los valores que la condición humana ha sabido cultivar a través de los siglos.
Diego Guelar es abogado y diplomático. Ex embajador argentino en Estados Unidos, Unión Europea, Brasil y China.
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