15/11/2022
Cada vez que el resultado de una elección difiere de sus pronósticos, las encuestas reciben cuestionamientos de los políticos, los medios y el público. Algunos fallos recientes se hicieron muy famosos. En 2016 la gran mayoría de las encuestas no anticipó el resultado del referendum que definió el Brexit. En Argentina, en las PASO de 2019, las encuestas sobreestimaron a Mauricio Macri y subestimaron a Alberto Fernández en un promedio de 8 y 4 puntos respectivamente. El mes pasado, las encuestas volvieron a ser acusadas de poco fiables en Brasil, donde en la primera vuelta acertaron el resultado para Lula pero subestimaron por nueve puntos el resultado de Bolsonaro.
La percepción de la ciudadanía sobre las encuestas también ha empeorado. Según un relevamiento online de Zuban Córdoba y Asociados del mes pasado, más de la mitad de los argentinos desconfía de las encuestas que publican los medios, y dos de cada tres creen que “las encuestas ya no reflejan lo que pensamos”.
¿Qué piensan los analistas de opinión pública de estos errores y de esta pérdida de credibilidad en los medios y en la ciudadanía? Para averiguarlo, hicimos una encuesta a encuestadores, la primera de su tipo en el país: les preguntamos a las 51 especialistas líderes de opinión pública qué pensaban sobre esta mala reputación reciente de su oficio y qué problemas concretos encuentran a la hora de hacer su trabajo. Los resultados son fascinantes: los profesionales de las encuestas defienden su oficio y sus herramientas pero, al mismo tiempo, reconocen que su trabajo se ha hecho mucho más difícil en los últimos años.
El primer emergente del estudio es que existe una grieta entre la ciudadanía y los expertos. El relevamiento muestra que la valoración de los profesionales sobre el poder predictivo de las encuestas es alta: el 80% aprueba su desempeño como pronosticadores electorales.
La encuesta a encuestadores, realizada entre el 13 y el 18 de octubre, nos dejó además otros cuatro hallazgos principales.
1. Juventud y pobreza. Las encuestas no están llegando a los niveles socioeconómicos más bajos y específicamente a los jóvenes. Casi la mitad de los especialistas consultados indican que las encuestas no están llegando a los niveles socioeconómicos más bajos y casi un tercio que no están captando tampoco a los jóvenes. Esto es crucial porque, en un país como la Argentina, con casi 40% de pobreza, y donde pobreza y edad están correlacionados, averiguar qué preferencias tienen los jóvenes de los niveles socioeconómicos más bajos se ha vuelto un desafío central.
2. Apatía y volatilidad. El desinterés generalizado de la ciudadanía en responder encuestas es la razón más extendida detectada entre los causantes de las “fallas” en las encuestas: dos de cada tres expertos así lo consideran. Además el 44% de los especialistas observa que aquellos a quienes la política les resulta indiferente no contestan encuestas. El desinterés por participar probablemente se intensifique entre los que descreen del “sistema”. Las encuestas se ubican como una herramienta tradicional del sistema político y varios deciden no responderlas para manifestar su posición anti-sistema.
Asimismo, los encuestadores remarcan que la indecisión, la definición del voto a último momento y, principalmente, la volatilidad redoblan las dificultades de pronosticar resultados electorales. “Las identidades políticas son más livianas. Mucho voto se decide en el momento de votar (respuesta encuestado)”.
3. Poca plata, pocos datos. Dos de cada tres encuestadores ven que la asignación de recursos tiene un impacto directo en la calidad de los estudios. “Las encuestas se han vuelto excesivamente caras, por el costo de realizarlas y por la ambición de ganancia. Esto hace que se ahorre en aspectos que no deberían (respuesta encuestado)”.
De manera espontánea resaltan además el hecho que hoy estamos trabajando sin un anclaje actualizado a nivel estadístico “La información censal y electoral disponible en Argentina es muy escasa y de pésima calidad (respuesta encuestado)”.
4. Operaciones y desinformación. Nueve de cada diez expertos en opinión pública creen que las encuestas son usadas para hacer operaciones. “Tenemos también consultoras que realizan operaciones políticas con datos manipulados o con un recorte parcial de la información que genera confusión y contribuye a que se desvalorice la rigurosidad que demanda este tipo de investigaciones (respuesta encuestado)”.
Relevamos también el conocimiento que tienen los periodistas en relación con las encuestas. Para el 67% de los especialistas el periodismo queda “desaprobado” en esta materia. Los medios juegan un papel clave en la confianza que tiene la sociedad en las encuestas. Los titulares suelen enfocarse en las distancias entre los candidatos cuando lo que debemos observar es el posicionamiento individual de cada uno de ellos. Entre qué y qué rangos se encontrarán los resultados para cada uno.
Finalmente vemos que, según la opinión de los expertos, las encuestas son una cuestión entre el consultor y su cliente: los políticos. Los ciudadanos y periodistas son, en todo caso, convidados de piedra en este asunto.
¿QUÉ HACEMOS PARA MEJORAR ESTO? TRES NIVELES PARA ENTENDER LOS FALLOS Y ENFRENTARLOS
El primer nivel es de orden subjetivo. Lo que el público (y, posiblemente, los medios) supone debe esperarse de las encuestas no es lo mismo que lo que esperan los especialistas. Dar a conocer el potencial real de las encuestas y romper con el imaginario de su infalibilidad a la hora de pronosticar resultados electorales depende en parte de la industria y en parte de la responsabilidad con que se traten y difundan en los medios de comunicación. En este sentido, resulta necesario un trabajo con la prensa, avanzar en alguna regulación que obligue a los medios a publicar fichas técnicas, explicitar metodologías, comentar quién contrató la encuesta y capacitar a los periodistas en esta materia.
El segundo nivel es de orden objetivo-interno. Nuestro objeto de estudio, las personas y sus comportamientos electorales, han transitado cambios profundos en las últimas décadas. Para adaptarse a este nuevo escenario desde el punto de vista de los encuestadores hay que mejorar metodologías, cuestionarios, formulación de preguntas, pero también pensar fuera de la caja a la hora de analizar una encuesta y entender cuál es el clima en el que el encuestado declara una preferencia.
El último nivel es de orden objetivo-externo. La calidad de los proyectos depende en parte de las restricciones presupuestarias. La investigación no es un insumo “barato”, pero un trabajo bien ejecutado aporta un activo invaluable. Es tarea de los encuestadores jerarquizar la actividad y difundir tanto el valor de la investigación como sus limitaciones. Al mismo tiempo, la disponibilidad de estadísticas actualizadas y de calidad son indispensables para todos los ámbitos de la investigación social.
Las encuestas tienen un valor fundamental para este presente, donde el poder está cada vez más fragmentado, y las opiniones se han individualizado. En esta nueva era, las encuestas continúan siendo un instrumento clave para los gobernantes, y más que desecharlas, el desafío es adaptarlas y tecnificarlas para mejorar su precisión.
Alejandro Gregori es economista y Data Scientist, Mora Jozami es licenciada en Relaciones Internacionales, experta en Estrategia Electoral y Opinión Pública, Carolina Mora es socióloga y analista en Opinión Pública.
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