25/09/2025

Democracia en movimiento, ciudadanía en disputa: redefinir la democracia desde el sur

El nuevo informe *The Global State of Democracy 2025: Democracy on the Move* de IDEA International confirma una tendencia inquietante: más de la mitad de los países evaluados (94 de 174) registraron retrocesos democráticos entre 2019 y 2024, frente a un tercio (55) que mostró avances. Estos números encienden una alarma global, pero para América Latina y el Caribe, región marcada por desigualdades estructurales, las cifras son a la vez reflejo incómodo de las deudas con las demandas ciudadanas.

Retrocesos que golpean derechos y profundizan brechas de género

El deterioro más evidente se concentra en el Estado de Derecho: 32 países retrocedieron en este indicador, y la libertad de prensa cayó en 43 naciones, el declive más extenso registrado desde 1975. Estas no son meras estadísticas: cuando se erosiona la justicia o la prensa independiente, lo que se socava es la capacidad de las y los ciudadanos de denunciar abusos, fiscalizar al poder y defender sus derechos.Las mujeres y diversidades experimentan estas crisis de modo agravado. El debilitamiento judicial implica menos garantías frente a la violencia de género; la concentración mediática en combinación con el avance de los movimientos de extrema derecha invisibilizan sus agendas; y la falta de acceso a la justicia perpetúa desigualdades. Incorporar una mirada de género a los diagnósticos democráticos no es un gesto accesorio, es comprender cómo la precarización institucional refuerza jerarquías patriarcales históricas.

Liberalismo formal vs. democracia social

Uno de los aportes más valiosos del reporte es que, al hablar de “democracia en movimiento”, nos recuerda que no existe un único modelo. Sin embargo, los índices globales suelen privilegiar la definición liberal: elecciones competitivas, libertades civiles, división de poderes. Importante, sí, pero insuficiente.En América Latina y el Caribe, la ciudadanía demanda más que garantías formales. Democracia también significa derechos económicos, justicia redistributiva, reconocimiento cultural, protección ambiental y autonomía regional. Cuando esas dimensiones no aparecen en la agenda democrática, se instala la frustración: ¿qué valor tiene votar si las condiciones materiales no cambian, si la brecha de género se mantiene, si la desigualdad sigue siendo estructural?

La apatía electoral y el aumento del abstencionismo en varios países pueden leerse a la luz de esta tensión. No es que la ciudadanía no valore la democracia, sino que percibe que la democracia liberal ofrecida no dialoga con sus urgencias sociales. Las mujeres, en particular, enfrentan una doble frustración: participan más activamente en movimientos sociales y comunitarios, pero ven cómo su representación política sigue limitada y sus derechos sociales y económicos, postergados.

Participación en suspenso y voto exterior

El informe señala que la participación política es la dimensión más estable, con pocos avances o retrocesos en los últimos cinco años. Esta aparente estabilidad puede esconder otra realidad: el desinterés creciente hacia mecanismos electorales que no se traducen en mejoras tangibles. La brecha entre expectativas y resultados erosiona la motivación ciudadana.

Aquí adquiere relevancia el foco especial que IDEA dedica al voto exterior. Con más de 300 millones de personas viviendo fuera de su país de origen en 2025, la posibilidad de votar desde el extranjero se vuelve un derecho clave. Sin embargo, en América Latina este derecho suele estar plagado de trabas burocráticas y escasa difusión. Para las mujeres migrantes, que enfrentan barreras adicionales de tiempo, recursos y cuidado, estas dificultades son aún mayores. Incorporar la voz de la diáspora con perspectiva de género es indispensable para que la democracia sea verdaderamente inclusiva.

Juventudes y nuevas formas de participación

El estado de la democracia también debe mirarse desde la perspectiva de las juventudes. Si bien los índices muestran estabilidad en la participación formal, distintos estudios señalan que las y los jóvenes son quienes más tienden a alejarse de las urnas, desmotivados por instituciones que no responden a sus necesidades ni a la urgencia de sus problemas cotidianos: precarización laboral, falta de acceso a la vivienda, crisis climática y violencias que los atraviesan de manera particular.

Esta desafección electoral no significa apatía política. Por el contrario, las juventudes de América Latina y el Caribe protagonizan luchas feministas, socioambientales, estudiantiles y por derechos digitales, demostrando que la vitalidad democrática no se limita a la votación. Sin embargo, la distancia entre su energía transformadora y los canales institucionales genera el riesgo de una fractura generacional en la confianza democrática.

Incorporar a las juventudes como sujetos políticos en la construcción de una democracia sustantiva implica no solo garantizar su derecho al voto, sino abrir nuevos espacios de representación, reconocer la potencia de sus movimientos y asegurar políticas públicas que respondan a sus demandas específicas. Una democracia que excluye a las y los jóvenes pone en riesgo su futuro.

Hacia una democracia sustantiva con enfoque de derechos

El desafío para la región es doble. Por un lado, frenar los retrocesos en libertades básicas: prensa, justicia, rendición de cuentas. Por otro, ampliar la definición de democracia hacia una dimensión social y paritaria, donde la igualdad de género, los derechos económicos y la justicia redistributiva sean ejes centrales. Algunas claves para avanzar:

- Medios y voces plurales: garantizar leyes que protejan a periodistas, fomentar medios comunitarios y feministas. 

- Justicia con perspectiva de género: cortes independientes que aseguren acceso real a la justicia para mujeres y diversidades. 

- Participación efectiva: reformas electorales que aseguren paridad sustantiva, financiamiento político equitativo y mecanismos de cuidado para facilitar la participación de mujeres. 

- Voto exterior inclusivo: simplificación de trámites, modalidades accesibles y campañas con enfoque en las mujeres migrantes. 

- Juventudes incluidas: garantizar paridad intergeneracional en partidos y parlamentos, y políticas públicas que aborden empleo, educación y crisis climática desde sus demandas.

Redefinir la democracia desde el sur

El informe IDEA 2025 nos recuerda que la democracia se mueve, pero no siempre hacia adelante. En América Latina y el Caribe, los retrocesos democráticos no son meras estadísticas: se traducen en vidas más vulnerables, en mujeres más expuestas a la violencia, en jóvenes menos motivados a participar.

La región debe atreverse a disputar la definición misma de democracia: no aceptar un molde liberal estrecho, sino insistir en una democracia sustantiva, social, paritaria y regionalmente autónoma. Solo así el acto de votar volverá a ser, para la ciudadanía, una herramienta de esperanza y de transformación de sus realidades.

 

 

Dolores Gandulfo tiene amplia experiencia en democracia, sistemas electorales y Derechos Humanos en América Latina y el Caribe. Es Directora del Observatorio Electoral de la COPPPAL, miembro de observatorios y redes regionales, y ha publicado sobre observación electoral y derechos humanos. Dirige la Diplomatura en Sistemas Electorales Comparados Universidad Tres de Febrero (UNTREF), es doctoranda en Ciencia Política de la Universidad de San Martin (UNSAM), magíster en Políticas Públicas (Georgetown) y licenciada en Relaciones Internacionales (Universidad del Salvador).

 

 

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